La vela es un elemento muy particular que representa el fuego, la luz y la transmutación. Su uso se remonta a diversos rituales antiguos y se asocia con la recepción simbólica de gracias, milagros o pedidos, que cada persona realiza según sus creencias, religión o fé. Son representantes también del ser integral: Cuerpo, mente, espíritu, asociando cada uno de estos con la cera, la mecha y la llama respectivamente, lo que las hace tener una connotación mágica y poderosa, que según la intención con la que se enciendan pueden trabajar desde la luz en el bienestar que se requiera.
El fuego es considerado el elemento más espiritual que existe, ya que representa el cambio, la pasión y el deseo, las velas al ser fuego, contienen en su interior todas las formas de magia dado que al hablar de magia, nos referimos a los procesos de cambio profundos.
Si encendemos luz apartamos la oscuridad, por lo tanto los espacios con velas encendidas nos brindan seguridad y tranquilidad. La luz nos ayuda a promover la libertad, nos da confianza y aceptación, abre nuestro sentido de la percepción, activa el tercer ojo, incentiva el conocimiento, el amor, la voluntad, la pasión, la sexualidad, la energía, la autoridad, la sanación y la purificación, por lo que combinada con el uso estratégico de los colores ayuda con la activación de cada uno de los chakras de nuestro cuerpo.
Pero, una vela como tal no es mágica, es la intención que depositas en ella al encenderla la que permite que se convierta en una canalizadora y potencializadora de la energía y através de tu yo superior, que siempre tiene las respuesta adecuadas, equilibra el poder interior para hacer que las peticiones, deseos o limpiezas se hagan realidad.
En Kadabra recomendamos mantener siempre una vela encendida (con la debida precaución) para generar luz en tus espacios y conectar tus deseos para hacerlos realidad.
